Todos conocemos más de una historia que trate de un grupo de socios que empezaron muy bien, pero que terminaron peleados, demandados o, en el mejor de los casos, sin volver nunca más a hablarse.
Y esto no únicamente ocurre con aquellos negocios que enfrentan problemas de solvencia, sino también en aquellos negocios que son altamente rentables. ¿Qué es entonces lo que mantiene unidos a los socios?
A los socios no les une una idea, sino el objetivo a alcanzar
Muchos de los negocios empiezan con una grata conversación entre dos o más amigos que fantasean sobre una idea. En términos generales, esa idea es perfecta para todos y cada uno aporta con detalles que van incrementando el entusiasmo de todos por esa idea. Se imaginan llevándola a cabo, incluso plantean cómo resolverán los conflictos y lo mejor de todo llega cuando se imaginan cómo cambiarán sus vidas gracias a esa fantástica idea.
Al fin de cuentas no les une la idea, sino el objetivo que desean alcanzar con ella. Y en este momento no me refiero al objetivo general del negocio en términos de qué necesidad van a satisfacer a sus clientes, sino en el objetivo personal que cada uno tiene, y es ahí donde vienen las diferencias.
Se espera, porque así es la naturaleza humana, que cada socio tenga sus propios objetivos personales, pero no siempre son conscientes de ello y en la mayoría de las veces no son comunicados acertadamente. Sin embargo, conocer el objetivo personal que cada uno tiene es esencial porque esto va a dirigir las ideas, pensamientos y decisiones que tomen de ese momento en adelante. Algunos quieren poder, otros quieren dinero, otros quieren generar trabajo, otros quieren ocuparse.
Cada socio actuará para y buscará, a toda costa, alcanzar sus objetivos personales según sus principios de vida y es acertado ser conscientes de ello. Y mucho cuidado, porque estos objetivos personales evolucionan con el tiempo, así que vale la pena reflexionar sobre ello e irlos conociendo conforme evoluciona el negocio.
Tu mejor amigo no siempre es tu mejor socio
Difícilmente conviertes a socio a una persona que recién conoces, pero hacerlo con tu mejor amigo de la infancia tampoco es garantía de éxito.
Conoces todo de tu mejor amigo, disfrutas de todo lo que hacen juntos, posiblemente eres hasta padrino o madrina de sus bodas y amas ese momento en el que están sentados conversando de la vida, de los sueños y de la idea que pronto se convertirá en su negocio, pero, ¿qué piensas de tu mejor amigo si eliminas todos los sentimientos nostálgicos y recuerdos de la infancia?, ¿qué piensas de él o de ella, sobre cómo maneja su vida, sobre las decisiones que toma y especialmente sobre sus reacciones cuando las cosas están mal? Porque ahí está la información que necesitas para considerar o no a tu mejor amigo como futuro socio.
Y es que a los socios no los unen las experiencias pasadas, por el contrario, muchas veces esto hace que las emociones y compromisos construidos a través de los años te nublen la vista de decisiones importantes o dificulten la comunicación en los momentos en los que se necesita un líder.
Recuerda que en toda relación hay un solo alfa, un líder para cada tipo de decisiones y que aunque tengan equidad en la división de acciones, las jerarquías siempre van a salir a flote. Esto no significa que uno sea siempre superior al otro, o que los puestos que se asignen tengan diferente valor. En el caso de los socios se trata más de un constante movimiento de sinergias en las que todos los socios deben aceptar y/o tomar el liderazgo según les corresponda. Y de ahí que llega la clave del negocio y la clave del éxito como socios:
La clave está en respeto por el trabajo del otro
Los socios no tienen necesariamente que ser amigos, incluso, puedes no estar de acuerdo con algunos aspectos de su forma de ser, pero indudablemente deben respetar el trabajo y el aporte que cada uno significa para el negocio.
Van a existir un sinnúmero de desafíos, diferencias, elecciones y más, y ante cada situación, solo se tomarán buenas decisiones si es que los socios valoran y respetan el conocimiento y experiencia del otro. Caso contrario irán en sentidos contrarios, llegarán a discusiones del plano personal y/o emocional alejadas del objetivo del negocio.
La clave está en el respeto por el trabajo del otro porque solo así se aceptan las sugerencias de buena manera, solo así se delega con confianza y solo así se fomenta el valor que tiene la suma de sus esfuerzos. Este respeto se alcanza cuando se comprende que no hay absolutos en las formas de trabajar de las personas, cuando todos los socios comprenden y tienen en cuenta el objetivo del negocio y cuando cada uno se concentra en su propio trabajo más que en el trabajo que cree que los otros deberían estar haciendo.