Código de ética freelance

Muchos profesionales tienen su trabajo protegido por cláusulas de confidencialidad, principalmente programadores, redactores y traductores. Sin embargo, en todo trabajo – por menor que sea – es necesario respetar ciertas reglas, aun cuando no exista un acuerdo que cite una por una. Eso es lo que llamamos “código de ética”: un conjunto de normas de “buenos modos” y respeto por el prójimo que, a priori, traemos desde la cuna. Sin embargo, una medida que nos permite elegir como profesionales, ese listado de reglas se modifica en base a nuestra experiencia.

 

Respetar al cliente

Si hay algo que defendemos en Workana es el respeto por el prójimo, aún cuando no hay ningún control se lo merezca. Esto es algo que debemos considerar en nuestro código de ética individual. Para todo freelance, cada cliente es extremadamente importante.

 

En definitiva, la ausencia de un ingreso fijo torna primordial la fidelización de todos los clientes, para que podamos tener nuevos proyectos a futuro. Por este motivo resulta imprescindible que tratemos al cliente con respecto en todas las instancias del proyecto.

 

Esto exige cierta habilidad para “tragarse disgustos”. Pero la realidad es que eso es necesario en cualquier ambiente de trabajo, seas freelancer o no, trabajes home office o no. Siempre se presentarán situaciones en las que no podrás dar la respuesta que te gustaría, ya sea para proteger tu cargo en la empresa, o por respeto a tu superior, o porque tu madre te ha educado tan bien que sabes exactamente cuándo es mejor quedarte callado.

 

Respetándote a ti mismo

Una de las mayores ventajas de ser freelance es poder elegir cómo y cuándo trabajar. Esto también aplica para “con quién” trabajar. Por lo tanto, si tienes una buena cartera de clientes y puedes “descartar” algún cliente malcriado sin que esto tenga un impacto negativo en tu nivel de ingresos, adelante.

 

 

Confidencialidad: con acuerdo y buen criterio

Existen algunas informaciones que, aún no estando protegidas por un acuerdo de confidencialidad, obviamente son muy importantes para el funcionamiento del negocio. Por lo tanto, si estás trabajando en un proyecto cuya información no debe circular, manéjate como debes y no la compartas. Voy a dar algunos ejemplos: si eres diseñador, por ejemplo, y estás a cargo de la diagramación de una apostilla que será vendida por tu cliente, obviamente no sería correcto que subas tu trabajo a Internet de manera que cualquiera pudiera obtener la versión “pirata” de la apostilla. Lo mismo vale para traductores que traducen periódicos o contenidos de cursos, y programadores que desarrollan sistemas esenciales para el funcionamiento del negocio del cliente.

 

Esto, algunas veces, puede tener un aspecto negativo: para evitar perjudicar a nuestros clientes, tenemos la obligación de excluir tales proyectos de nuestro portfolio. ¿Quieres encontrarle una solución a esto? Aborda a tu cliente y pídele autorización para sumar el trabajo a tu portfolio. En caso de que el no autorice la divulgación del trabajo tal como está, analiza si existe un plan B. Si volvemos al ejemplo del diseñador, se podría proteger el contenido de la apostilla (substituyéndolo con texto simulado) y mantener la diagramación tal como está, que es – a final de cuentas – lo que el profesional necesita mostrar en su portfolio.

 

Otras tantas actitudes no necesitarían ser citadas, pero de todas formas vamos a mencionar algunas sólo para asegurarnos:

 

Siempre haz lo posible para cumplir los plazos de entrega. Si tuviste un imprevisto y no podrás entregar el trabajo en la fecha acordada, no dejes que el tiempo corra y avísale a tu cliente: tan pronto se presente el imprevisto, ponte en contacto con él y pídele de postergar el deadline. Claro que esperamos que el cliente entienda nuestras necesidades, pero también necesitamos entender  la necesidad del cliente. Por lo tanto, en caso de que no pueda darte una extensión del plazo tan amplia como querías, haz lo posible para ajustarte a la nueva fecha en el plazo que fijó el cliente.

Siempre procura responder cuanto antes todas las comunicaciones. Además de correr el riesgo de perder el cliente en caso de que demores mucho en responder (en definitiva podría  buscar a otro profesional freelance que sea más rápido en la respuesta), das la impresión de no ser tan accesible, y esto puede “restarte puntos” en la lista de pros y contras de la selección del cliente.

Encuentra un término medio en las comunicaciones. Esto es: que no transcurra todo el proyecto sin dar noticias, a no ser que se trate de una tarea única y rápida de hacer. Al mismo tiempo, no hagas colapsar la bandeja de entrada de tu cliente con actualizaciones sobre un proyecto.

Ten cuidado con las personas que recomiendas: si un cliente necesita un servicio “x” y te solicita una recomendación, piensa treinta veces antes de recomendar una colega. El cliente va a esperar de ese colega el mismo nivel de calidad y atención que tú le ofreces. Tenlo en cuenta.

Nunca intentes sacar ventaja de una comunicación mal formulada. Por ejemplo: el cliente envió dos trabajos para que se realicen y solo aclaró el plazo de uno de ellos. Verifica si los dos deben ser entregados en la misma fecha o si uno de ellos es más urgente (o menos) que el otro. Mejor prevenir que curar.

Sé siempre correcto. En caso de que no sepas qué hacer, oye la voz de tu conciencia sobre lo que debes hacer. Trata al cliente como te gustaría ser tratado.

 

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