Cuando una compañía decidió sustituir el teclado del teléfono móvil por una pantalla digital, el mundo de la telefonía móvil revolucionó.
Cuando otra empresa construyó una plataforma para ver series de televisión y películas a través de Internet, el modo de entretenimiento dejó de ser el mismo.
Dichas acciones hicieron a las personas conscientes de que el mundo sufre cambios drásticos y constantes. Los avances tecnológicos se encuentran a la orden del día, sobre todo en el ámbito digital.
Lo que es nuevo hoy, en pocas semanas puede resultar obsoleto. Bajo estas circunstancias es importante atrevernos a salir de esquemas evolutivos y abrazar la innovación disruptiva.
¿Qué es innovación disruptiva?
Dicho término fue acuñado por Clayton Chistensen, profesor de la universidad de Harvard, en la década de los noventa. Según su concepto, al pensar en innovación disruptiva nos referimos a las tecnologías o modelos que traen consigo cambios rotundos. Dichas tecnologías conllevan el descenso radical de servicios o productos que ya se encuentran posicionados para el público.
En otras palabras, las tecnologías disruptivas son aquellas que tienen como consecuencia cambios contundentes, una transformación total a un sector industrial o empresarial. Abre caminos a nuevas prácticas de manera rápida y sencilla, es asequible y supone eficiencia y accesibilidad, dicho proceso afecta la relación del consumidor con el negocio o empresa ya que los clientes buscan soluciones a sus necesidades de manera rápida y sencilla, y las empresas otorgan resultados a través de nuevas tecnologías.
Para las empresas, en cambio, estas transformaciones crean la necesidad de competencia bajo parámetros de destrucción creativa, esto señala que toda innovación trae la destrucción o reemplazo de lo viejo.
Lo que provoca la redefinición continua de los mercados que juegan con nuevas reglas o regulaciones. Tanto empresas como clientes buscan “lo nuevo” de manera constante.
¿Qué caracteriza un producto o servicio disruptivo?
Las innovaciones disruptivas son en un inicio mucho más económicas que los servicios o productos ya establecidos. Van dirigidas incluso a un público de poder adquisitivo menor que no es tomado en cuenta por las empresas ya posicionadas.
Al empezar de esta manera, no solo se habla de una inversión inicial barata sino también de la posibilidad de ampliar el mercado a límites nunca antes vistos, esto gracias al uso de nuevas tecnologías. Propician la creación de mercados al auspiciar la entrada a nuevas ideas capaces de trazar nuevas necesidades en los consumidores.
Aunque no es una regla, los servicios disruptivos se encuentran estrechamente relacionados al ámbito digital, son servicios mucho más adaptables no solo a nivel empresarial sino también para los consumidores.
Con solo navegar en internet desde el celular, las personas ya pueden alquilar una habitación, un automóvil, pedir alimentos, hacer pagos y tener accesos a programas de televisión o películas, por lo que tenemos usuarios autónomos.
Ante mayor autonomía por parte de los consumidores es natural que surjan nuevas oportunidades de innovación, por lo que las tecnologías disruptivas suelen tener como consecuencia otro rompimiento hacia lo nuevo.
Hay que tomar en cuenta que las empresas, gracias a tecnologías disruptivas, compiten de manera mucho más sencilla no solo a nivel local sino incluso internacional, por lo que la búsqueda constante de innovación es prioridad.